Noche histórica para los alemanes. El Schalke 04 se ha clasificado para los Cuartos de Final de la Champions League tras vencer a un Valencia combativo y sacrificado, que terminaría el partido extenuado por el gran esfuerzo físico realizado durante todo el partido. El resultado de 3-1 a favor de los alemanes terminó siendo, sin embargo, demasiado cruel para un Valencia que se estuvo muy desacertado y se estrelló contra Neuer y la defensa alemana en cada acción ofensiva.
Y eso que el partido empezó bien para los españoles: en el minuto 16' un centro potentísimo de Topal desde la línea de fondo rebotaba literalmente en la testa de Ricardo Costa, que subía el 0-1 al marcador. Eliminatoria encarada -nunca mejor dicho- pero mucho partido por delante. Demasiado. Aún restaban 74 minutos de juego, siempre eternos en los duros campos alemanes, aunque el gol ayudó a un Valencia que disfrutó de buenas ocasiones y que dominó el encuentro hasta el fatídico golpe psicológico: en el minuto 40, cuando más duele, Farfán se lucía con un golazo de falta que empataba el partido y la eliminatoria.
El partido se reanudó al empezar la segunda parte, marcada por tres fases muy diferenciadas: la primera fase que se producía solo al empezar a rodar el balón y que se caracterizó por el respeto mutuo que le tuvieron ambos equipos al juego ofensivo: parecía una partida de ajedrez en la que cada uno de los movimientos, pensado y reflexionado hasta el último detalle, cobraba una vital importancia para el futuro desarrollo del encuentro. Duró 7 minutos, hasta el 52', cuando el Schalke se encontró con un gol que ni siquiera había buscado. Segunda fase: las prisas de los chés. Un Valencia venido arriba que seguía necesitando un gol para pasar la eliminatoria y que jugó a dominar un partido en el que el Schalke, a pesar del gol, estaba cada vez más cerca del abismo. Muy cerca, hasta que Banega, orquestrador del juego combinativo del Valencia, salió del terreno de juego siendo sustituido por Tino Costa. Y es que a partir de este momento el Valencia dejó de controlar el encuentro y se inició la tercera fase: la desesperación. Un Valencia ya incómodo, físicamente agotado y mentalmente tocado, veía como a cada minuto que pasaba el sueño europeo se alejaba un poco más. Hasta que se les fue completamente de las manos en el tercer gol del Schalke, revelador del agotamiento valencianista, en el que tres alemanes se plantaban solos delante de Guaita para certificar la realidad: la de un Valencia superior superado.
No sería justo, sin embargo, alegar al poco acierto del Valencia para justificar la victoria del equipo alemán de los mineros. El Schalke no estuvo brillante, no jugó bien al fútbol y quizás no mereció ni ganar el partido, pero no se le suponía excelencia. Además, tampoco estuvo ausente ni perdido. Tiró de garra y de oficio y aprovechó los errores que le concedió el rival. Así es el Schalke 04, un equipo de mineros, y a ello recurrió ayer: picó la piedra con cuidado para terminar esculpiendo el resultado deseado. Y quizás ayer noche el máximo exponente de ese juego correoso del trabajo sobre el campo lo vimos reflejado en un Raúl que no dejó jamás de correr y que tiró de veteranía y experiencia para arañar tantos segundos como pudo en cada acción en la que tenía el balón. Ayer no se vio su mejor versión, pero sí la que siempre nos ofrece Raúl: la de un jugador incansable y trabajador que, después de 6 años, se planta en los Cuartos de Final de la Liga de Campeones. "El Muerto" ha vuelto. Y de qué forma.
Gerard Caelles, Balón Raso.
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