Permitidme la licencia. No hablaré de fútbol - y ya llevo unos días sin hacerlo porque apenas dispongo de tiempo para escribir - pero la situación actual lo requiere. Y es que aunque el fútbol pueda suponer miles de alegrías y satisfacciones así como felicidades pasajeras, a pocos nos da de comer y nos permite vivir. Para bien o para mal, sin fútbol todo seguiría igual.
Sin embargo, no todo sigue igual cuando la política cambia porque las cosas cambian. Y quizás sea ese el problema: que llevan años sin cambiar en nuestro país, en España. El país de los rojos y los fachas, del PSOE y el PP; un país siempre atado a su pasado franquista, aún no superado, que siempre ha enfrentado a las dos Españas. Unos contra otros, jamás juntos.
Pero desde hace apenas unas horas empieza a cocerse el cambio. Un cambio que lleva meses gestándose en el seno de #democraciarealya y #nolesvotes, y un cambio que algunos, individualmente, siempre hemos deseado. Un cambio ante todo pacífico, sin que abandere ninguna ideología política más allá de la que pueda abanderar el sentido común. Un cambio liderado por la gente de a pie: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos. Un cambio desde todos y para todos.
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