Viernes, 15 de Abril. 18.46 horas. Quedan 27 horas y 14 minutos para que dé comienzo el primer clásico de los cuatro que nos esperan en estas poco más de 2 semanas de fútbol. El clásico de las importancias relativas, el muy importante a la vez que poco trascendente. Y es que nadie se pone de acuerdo, pero lo que está claro es que un profesional nunca tira partidos. Y José Mourinho y Pep Guardiola son, ante todo, profesionales.
Profesionales que saben de fútbol, un deporte de equipo. Estos días asistiremos, probablemente, a la constante de ¿cómo parar a Messi? que siempre se pronuncia antes de partidos de tal calibre. Se habló de la posibilidad de que jugara Pepe como pivote actuando como perro de presa del argentino. Nada más lejos de la realidad: Mourinho no dispondrá a un jugador a perseguir durante todo el partido al astro argentino, porque esa no es la solución. Porque, al fin y al cabo, no se puede cubrir a Messi. A día de hoy se le ve tanto de interior, como de mediapunta, como de extremo, como de punta referencia. Y ante tal movilidad es imposible asignarle una marca individual: pierdes a un jugador y no te aseguras de que el rival pierda al suyo (Messi). Y si no lo pierde, ya estás en inferioridad.
Las claves de este tipo de encuentros, dicen, se encuentran en los pequeños detalles. Sin embargo, los pequeños detalles no sólo (permítame, querida RAE) son las individualidades, que en ciertos momentos pueden ser decisivas, sino el equipo; el conjunto: la presión del equipo, la basculación del equipo, las coberturas del equipo. Si uno falla, el engranaje no funciona; pero que uno acierte no garantiza que lo hagan todos. Y para ganar todos deben acertar. Hay muchas formas de jugar al fútbol y, por tanto, muchas formas de parar a los azulgrana. Una vez más, la clave será lo que ambos equipos harán tanto con el balón como sin él.
En la ida, el Real Madrid no salió a jugar abiertamente al fútbol. No fue esa mi impresión, porque de querer haberlo hecho habrían empezado por presionar arriba, cosa que no hicieron: si no robas el balón no puedes jugarlo, y no lo robas si no presionas - así que no esperes jugar el balón sin presionar. El gran problema que tuvo el Real Madrid fue que el FC Barcelona no cometió un sólo error en la transición. Ni uno. Nunca había visto un partido tan perfecto de los azulgrana, y fue esa perfección la que imposibilitó a los blancos: si no se pierden balones en la zona de creación y éstos están constantemente en pies de Xavi e Iniesta, el Real Madrid no sale al contraataque. Y si no sale al contraataque y no tiene el balón, sólo puede hacer una cosa: defenderse. Y, claro, sólo defendiéndote es difícil marcar goles.
Pero la perfección no es común. El Barça cometerá errores, y el Real Madrid deberá aprovecharlos. Porque, como todos damos por supuesto, Xavi e Iniesta tendrán el balón. Será el FC Barcelona el que lleve la iniciativa y domine la posesión, ante lo que se pueden hacer fundamentalmente tres cosas.
La primera, salir a presionar y a morder arriba. Lo hizo el Almería en el partido que se disputó en el Camp Nou esta temporada, y todos los goles del FC Barcelona llegaron tras superar la presión adelantada, casi al contraataque. A los 30 minutos el partido estaba finiquitado y el Almería muerto por el esfuerzo.
La segunda, encerrarse atrás. Le sirvió al Internazionale de Milano del propio Mourinho en las Semifinales de la Liga de Campeones 2009 - 2010, aunque para perder por 1-0. El entramado defensivo fue tácticamente brillante. A mí me gustó apreciar tal perfección defensiva, aunque me desesperó por ser culé. No obstante, de estos partidos el FC Barcelona gana 99 de cada 100 (el perdido, contra el Rubin Kazan en el Camp Nou) porque al final la pelotita acaba entrando.
La tercera, el juego posicional. Jugar en tu campo pero sin defender en tu área; presionar en la creación pero sin morder al portero. Lo que hizo el Internazionale de Mourinho en el Giuseppe Meazza (3-1), el Hércules en el Camp Nou (0-2), el Valencia en Mestalla (0-1) o el Villarreal en El Madrigal (0-1), aunque todos lo hicieran a su modo. Les funcionó, o al menos pudieron evitar la avalancha de juego que suele desplegar el equipo de Pep Guardiola.
Mourinho y Pep Guardiola son más que conscientes de cuál es la situación. Ambos saben perfectamente cómo deben jugar para hacerle daño al rival: son dos de los mejores entrenadores del planeta, con el permiso de otros grandes como Sir Alex Ferguson. Pero ellos no juegan, ellos sólo planean, sólo explican, sólo transmiten. Aunque no sea poco y sea muy influyente, el que sea decisivo lo marcan los jugadores. Si éstos son capaces de entender qué quiere el entrenador, ganarán. Sólo, y sólo si el conjunto es capaz de interpretar a la perfección aquello que su entrenador tiene en la cabeza, vencerán. Ronaldo y Messi, Messi y Ronaldo; ellos son decisivos, pero nunca son la clave. Porque la clave son los veintidós.
Gerard Caelles, Balón Raso.
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