El FC Barcelona hacía ayer los deberes y vencía a un Hércules que presentó batalla hasta el final del partido. El marcador iba a ser engañoso gracias a unos minutos finales en los que un Messi que había jugado "mal" -cito a Guardiola, "nunca juega mal"- metía 2 goles que finiquitaban el partido. Se iban para casa con 3 puntos más en el saco y metiendo presión al segundo clasificado, el Real Madrid.
Y al Madrid le pudo la presión. La presión y el cansancio acumulado por los titulares, amén de la nula capacidad de Mourinho para gestionar una plantilla que era "la mejor plantilla de Europa" -a cuántos madridistas les oí decirlo- hace apenas 4 meses. El Osasuna se encargaba de destaparle las vergüenzas a un Real Madrid que chutó menos que el equipo local a lo largo del partido. No juegan a fútbol los madridistas: ni pueden ni lo intentan. Y lo que no puede pretender Mourinho es encomendar el juego del equipo a un Alonso que estaba en el banquillo por fiebre.
Pero el caso es que esta derrota sólo es la punta del iceberg de lo que lleva sucediendo en el equipo madridista estas últimas temporadas. El mismo 5-0 que le endosó el FC Barcelona dejó muy tocado a un equipo que aunque se promete a sí mismo levantarse cada vez que se cae, cada vez se cae más y tiene menos fuerzas para volver a ponerse en pie. No es solo que ellos no lo ganen todo y el FC Barcelona sí, es que parece que el Real Madrid ha tocado techo y que ahora cae en picado, mientras que nadie sabe hasta dónde llegará el equipo culé, que sigue volando en su intento de tocar el cielo. Es saber que por muy bien que lo hagas, habrá otro que lo hará mejor; saber que por mucho que lo intentes, tus esfuerzos serán inútiles; es saberse inferior al rival lo que hace que este equipo no pueda salir adelante.
Son 7 puntos de diferencia con 21 partidos jugados. Quedan 17 partidos y 51 puntos en juego. La distancia que separa al FC Barcelona del Real Madrid es una distancia muy considerable, máxime cuando el average particular se antoja favorable a los azulgrana. Pero nos equivocaríamos si afirmáramos que la Liga está sentenciada: el Real Madrid nunca se rinde. Nunca lo ha hecho y no tiene razones para hacerlo ahora: seguirán luchando hasta el final y se aprovecharán de cualquier despiste culé para acercarse y luchar por el título. Hay que ser prudentes. Y hasta que las matemáticas no digan lo contrario, hay Liga. Mucha Liga.
Gerard Caelles, Balón Raso.
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