Quién les iba a decir que a principios del 2011 las cosas iban a estar tan revueltas en Concha Espina. El Real Madrid fue sin duda alguna, y durante muchísimos años, una referencia futbolística a nivel europeo y mundial, el equipo que solía comerse él solo todo el pastel de los títulos. Y así siguió la dinámica de los títulos hasta, aproximadamente, hace 7 años. A partir de la temporada 2003-2004, las cosas iban a cambiar, y mucho, en el seno de la institución madridista.
El año 2003, y tras 2 Ligas de Campeones, 2 Ligas, 1 Supercopa de España, 1 Supercopa de Europa y 1 Copa Intercontinental (7 títulos en 4 años), destituye el señor Florentino Pérez a Don Vicente del Bosque como entrenador. Tras esta destitución a todas luces irracional y masoquista, 10 entrenadores en 8 años: Queiroz, Camacho, García Remón, Luxemburgo, López Caro, Capello, Schuster, Juande Ramos, Manuel Pellegrini y Mourinho.
El penúltimo, el señor Manuel Pellegrini. Un virtuoso de esto del fútbol, un grandísimo entrenador avalado por sus méritos en el Villarreal, equipo al que llevó a las Semifinales de la Champions League practicando un fútbol ejemplar. Pero Pellegrini no solo era un buenísimo entrenador, pues encarnaba los valores de la humildad, la modestia, la educación, el respeto, el buen hacer y, sobre todo, el señorío. Un hombre de los pies a la cabeza, un deportista que sabía ganar y que sabía perder y que fue destituido por no cumplir con el "haremos en un año lo que tendríamos que hacer en tres" del señor Presidente. Probablemente pesó mucho la eliminación copera (en la que pienso que Pellegrini tiene poca culpa, porque contra un 2ª B, y con todos los respetos al Alcorcón, los jugadores tienen que ganar sí o sí) y la eliminación ante el Lyon en la Champions, por sexta vez consecutiva. Porque en Liga lo bordó, y lo único que evitó que se llevara el título fue un FC Barcelona superlativo y excepcional.
El caso es que se fue como llegó: como un señor. Ni una palabra más alta que la otra, aceptó y acató la decisión y se marchó de un club que no le merecía. El madridismo se dividía entre los partidarios de "El Ingeniero" y los detractores del mismo (fundamentalmente el "señor" Inda, director del "periódico" deportivo MARCA), y se contrataba a un entrenador de un perfil completamente distinto: José Mourinho, el "anti Barça". Si Pellegrini representaba la educación y el señorío de un club que podría haberse reencontrado con los valores inculcados por Don Santiago Bernabéu, Mourinho representaba la irrespetuosidad y la mala educación. El "el fin justifica los medios" con tal de ganar. Ganar, ganar y ganar. Ese fue el único objetivo que llevó al Presidente a contratar a Mourinho, un ganador nato.
Y aún no sabemos si ganará o no títulos, pero que este entrenador no representa los valores de un club tan grande como el Real Madrid es evidente. Al himno me remito: "va el Madrid con su bandera, limpia y blanca que no empaña", "Noble y bélico adalid, caballero del honor", "Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano". Respeto, educación, señorío, buen hacer, nobleza, humildad y saber perder, conceptos que decidieron rechazar al destituir a Pellegrini y contratar a Mourinho. Y todo para que tras el empate a 1 en Almería (y el 5-0 en el Camp Nou, que hizo muchísimo daño), el mejor equipo del siglo XX vuelva a ser un circo de los jamás vistos. Cuánto daño ha hecho Florentino al madridismo, y cuánto daño le queda por hacer.
Dios no quiera que Don Santiago levante la cabeza...
Gerard Caelles, Balón Raso.
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