Se jugaba en Wembley; en Inglaterra. Se jugaba en el Olimpo del Fútbol, en el paraíso del balón. Se jugaba la Final de la Liga de Campeones 2010 - 2011 en el lugar en el que ambos equipos conquistaron su primera Copa de Europa, en un Estadio Mítico que ha vivido noches de fútbol gloriosas. Y esta noche, también gloriosa, ansiaba el retorno: el fútbol volvió a ser fútbol porque el balón volvió a ser el balón y Xavi volvió a ser Xavi; porque el Barcelona volvió a ser el Barcelona.
Cátedra de fútbol. Es lo que hoy ha sentado un catedrático de este deporte que mueve los hilos del partido como si fuera una mera prolongación de su cabeza, un Xavi Hernández enorme que ha brindado al planeta todo un espectáculo con el balón en los pies. El partido, sin embargo, empezaba complicado para los azulgrana: el Manchester United salía en tromba esperando sorprender al FC Barcelona dominando el tempo de un partido que pasaba constantemente por los pies de Carrick, y que recordaba a por momentos la final que dos años atrás se había disputado en Roma.
Un espejismo. Aún teniendo el control del juego durante los primeros diez minutos, el Manchester United no consiguió hacer temblar a Valdés ni a los azulgrana, que sabedores del esfuerzo físico inicial de los ingleses, aguardaban concentrados para retomar el control del encuentro. A los diez minutos era ya una realidad: el balón en pies de Xavi, Iniesta y Messi, quedaba monopolizado por un FC Barcelona que imponía su estilo con un 65% de posesión sobre el Manchester United. Era ahora Sir Alex Ferguson el que empezaba a recordar los fantasmas del pasado, los fantasmas de Roma.
Pero el gol no llegaba, y no por falta de ocasiones. Una y otra vez, los azulgrana acechaban con peligro la portería rival, custodiada por un enorme Van der Sar que no concedía opciones. Una tras otra, todas las jugadas del FC Barcelona terminaban en sus manos. Y no eran pocas, porque el United apenas podía retener un balón que jugaba para el Barcelona y que superaba a Van der Sar en el 27' fruto del gol de Pedro a pase de un Xavi excepcional, una noche más. Alegría desbordada, que volvía a su cauce cuando en el 34', y sin haber hecho muchos méritos, Rooney igualaba el partido tras una doble pared y una jugada magnífica que terminaba en un golazo del inglés. 1-1.
La segunda parte no empezó como la primera. El FC Barcelona no permitió la salida en tromba del United, que por contra se encontraba ahogado. Cuando tenían el balón, que no era mucho, no lograban encadenar tres pases seguidos y el Barcelona lo recuperaba con suma facilidad gracias a la presión de sus dos alas: Pedro y Villa. El Manchester United estaba perdido, naufragando en aguas peligrosas en medio de una auténtico tormenta de fútbol espectáculo, el dictado e impuesto por el hegemónico Barcelona. Y diez minutos después, en el 54', aparecía el huracán: Lionel Messi disparaba desde la frontal del área e imponía el 2-1 en el marcador. Golpe duro para los ingleses, que veían cómo eran superados en el marcador consecuencia de ser superados en el juego.
El Barcelona jugaba a placer. Estaba jugando una Final de la Liga de Campeones y después de las dudas que había generado su juego en los partidos anteriores, volvía a mostrar al mundo que ganan porque juegan bien: que el cómo es lo que les lleva al qué. Y mediante el cómo llegaba el tercero, una auténtica obra arte de Villa - ¿quién se acuerda ahora de los 13 partidos sin ver puerta? -, que a su vez nos volvía a llevar al qué: el 3-1, la sentencia al espectáculo ofrecido por los azulgrana; la victoria sobre un dignísimo rival, el United; el título de la Liga de Campeones. La Cuarta del Barcelona. La tercera de Xavi, Puyol, Valdés y Messi. La segunda de Pep.
Us en devem una i aquests no fallen u Hoy no hablo, hablaré el 29. Dicho y hecho. Hombres de palabra a los que el fútbol les devuelve lo que ellos le dan. Ellos ofrecen espectáculo y el fútbol les devuelve títulos. Lo llevan haciendo tres años y esta noche no iba a ser menos. Porque esta noche, en el Olimpo; en el país donde el balón se hizo fútbol; en el lugar donde todos vimos nacer el cómo, los ingleses han visto cómo el fútbol que ellos inventaron era reinventado por un equipo que, parafraseando a Pep, "es d'un país petit; tan petit que des del nostre campanar es veu el campanar del veí".
Gerard Caelles, Balón Raso.
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